Para un compostaje óptimo, el material aportado debe tener un tamaño de entre 1 cm y 10 cm, especialmente los restos más leñosos y duros. Lo suficientemente pequeño como para que se degrade con rapidez y lo suficientemente grande como para que no se apelmace demasiado permitiendo respirar al montón (si se apelmaza demasiado requerirá removerlo más veces). Para los restos más leñosos y duros una biotrituradora viene muy bien y la Mancomunidad pone una a disposición de los vecinos. También se pueden dejar estos restos en el punto de acopio que se determine en cada pueblo y se triturarán para tener estructurante para quien haga compostaje.
A la compostadora hay que añadirle materia húmeda o verde y materia seca o marrón, que aportan nitrógeno y carbono respectivamente.
La materia verde contiene microorganismos y bacterias que activan el proceso de compostaje, siempre que ya haya una cantidad considerable amontonada, puesto que es el principal “alimento” de la compostadora. La materia marrón, por su parte, hace de estructurante, dando consistencia y volumen al montón, permitiendo que el oxígeno circule y la compostadora respire. La relación entre ambas materias debe ir proporcional: más o menos 1 parte de materia marrón por cada 3 partes de materia verde. Un truco muy bueno es tener estructurante a mano para añadir lo que corresponda cada vez que se haya aportado materia verde de los restos de la cocina.
El compostaje es una digestión aerobia de la materia orgánica, lo que significa que se debe llevar a cabo en presencia de oxígeno. Esto se logra llevando una proporción adecuada de materia húmeda y estructurante y, además, removiendo de vez en cuando con el aireador. Cada 5 o 15 días será suficiente: siendo mayor la frecuencia en periodos más calurosos o cuando se haya hecho un aporte grande de forma reciente. A la hora de revolver, no se recomienda introducir el aireador más allá de la “rosca” que tiene, ya que más abajo el compost estará más maduro y en otra fase del proceso. Por tanto, cuando se haga un aporte grande se debe remover lo justo para mezclar los materiales presentes en los primeros 30-40 cm y para que no haya demasiada materia húmeda en la superficie que pueda oler y atraer a esas moscas y mosquitos que resultan más molestos.
Con una ubicación buena de la compostadora y llevando un equilibrio correcto entre materia verde y marrón, la humedad no será problema excepto con condiciones ambientales extremas y puntuales.
La cantidad de humedad perfecta está entre el 60% y el 80%. Si el montón está demasiado húmedo, el aire no circula y el material se pudre en vez de descomponerse, lo que produce malos olores. Sin embargo, si el montón está demasiado seco, los microorganismos que “trabajan” haciendo el compostaje mueren y se para el proceso. Para calcular la humedad óptima se puede coger un puñado de compost y apretarlo, el resultado debe ser que se forme una especie de croqueta y que humedezca la mano, pero sin chorrear.
Para corregir la falta de humedad que se puede dar en días muy calurosos se pueden añadir materiales verdes o directamente regar la pila. Para el exceso de humedad se debe añadir material marrón y a continuación airear o, si es verano, también se puede abrir la tapa para que se vaya evaporando.